TERRITORIO Y COMUNICACIÓN
Julio C. Romero Orozco.
25 de Junio de 2015
“En todos ellos (vídeo y del cine experimental, en el de la televisión, el de la pintura y el de otros medios expresivos como la radio o el teatro) se encuentran las pautas o los cánones que subyacen a las diferentes retóricas del vacío, de la invisibilidad, de lo implícito o del silencio, que a veces pueden resultar mucho más elocuentes para el espectador que lo lleno, lo visible, lo explícito o lo ruidoso.” (Extracto del resumen de EL CAMPO VACIO: EL LENGUAJE INDIRECTO EN LA COMUNICACION AUDIOVISUAL Daniela Musicco Nombela, CATEDRA, 2007).
Tal vez la cita en el encabezado apunte al tratamiento del “territorio” estético de la comunicación, es decir, de la belleza que podría ser encontrada en los diferentes mensajes dentro o entre diferentes soportes o medios, incluso en la incógnita de la palabra, en cuyos signos vibra una geometría variable que hace que el ojo – arrimado a una experiencia sensorial (idioma, cultura, otras) junte, separe y yuxtaponga con el fin de producir significado y sentido. No dejo de pensar en un cierto frottage visual en que el acto de la lectura levanta el significado (atribuible por el lector) ya en una re-presentación que puede producir diferentes respuestas relativas al goce, al rechazo, a la provocación, actitud o a la operación utilitaria. Por lo anterior, podemos hablar de lenguajes, cuya singularidad dista de lo absoluto, pues se configura una suerte de forma (grafía) y atributos, medida, tiempo, contexto y espacios intersticiales y vacíos “entre” que tienen como consecuencia diversos mundos y territorios interpretativos. Es el mundo del antes, del después, del entre y de la pre-eminencia, como también de lo diferido entre lo hablado y lo escrito, que puede arrojar una interpretación instantánea o pospuesta (así como el símbolo).
Una visión interesante respecto al tema es la teoría de Gestalt o psicología de la forma (ver a: Max Wertheimer, Wolfang Köhler, Kurt Koffka y Kurt Lewin) en la cual, la configuración de las partes de la forma cobra gran relevancia y la percepción (canales sensoriales) asigna una nueva configuración y valor, como por ejemplo: completar, adherir, otras. Tal vez, actos naturales en la condición humana, pudiendo desprenderse de esto la siguiente incógnita: ¿ la comunicación efectiva pertenece al lenguaje explícito y manifiesto o subyace en el territorio, supuestamente, vacío?... ¿o son campos interpretativos paralelos? Y… ¿un campo o sentido tiene pre-eminencia por sobre el otro?... ¿esta lógica produce una exclusión entre el significante y el significado?
Extrapolando esta problemática, creo que la humanidad se ha adosado a través de la historia a símbolos extremadamente potentes, con el fin de formar comunidades, tales como: ágora, templo, ciudad, mercado y de no auto-excluirse ante la diversidad política, económica, étnica, religiosa, otras, resultando con ello: el político, el creyente, el ciudadano, el comerciante, otras, cuya riqueza simbólica ha potenciado, cada vez más, el flujo de información pero no de comunicación efectiva, acuerdos y reglas comunes, lo que podríamos denominar como un Infocentrismo y/o un imperio de la imagen (Oculocentrismo, J.Derrida) y la información. Lo que sin duda le asigna un mayor “poder” y articulación al todo lo referente a la interpretación del lenguaje, ante lo cual, el significante queda desterrado en su propio territorio, particularmente en la actual forma y tipo de ciudad. El ciudadano queda “mediado” para producir el consenso y las reglas necesarias para su convivencia e inclusividad.
“la obra muda se convierte en un discurso más autoritario, se convierte en el verdadero lugar de una palabra que es la más poderosa por su silencio”
Javier Borge