LA SINERGIA DE LAS COSAS

Ya no es posible percibir, valorar y actuar en nuestro entorno (siempre dinámico) de manera compartimentada. Es curioso que, contando con medios de información tan avanzados, nuestro lenguaje y comunicación-y nuestros actos- no "rimen ni resuenen", ni tengan un grado de control sobre lo que llamamos realidad.  Una suerte de vacio interpretativo o mal interpretado de la fundamental relación lenguaje-acto pareciera hacernos sucumbir bajo las redes de la información.

Se supone, un salto cuántico de evolución ofrecida por los medios y el arte combinatorio y exponencial de la tecnología. Se supone un mayor impulso y ánimo (alma) para las estructuras humanas para hacer y saber hacer. Pero no, una suerte de inercia nos desfasa frente a las amenazas, riesgos, oportunidades y vulnerabilidades, impidiendo sumar nuestras infinitas capacidades y asumir, como país, el deseado desarrollo.

¿Que debo hacer?

Sin duda que lo central radica en mi real comprensión de mi posición en el entorno. Ante lo cual y por lo cual debo contar con cierto perfil (habilidades y capacidades) para constituirme en un número reconocible y válido y así, poder sumarme a otros en la tarea de construir y deconstruir, es decir, des-andar lo realizado para rescatar lo útil y desechar lo obstaculizante.

Pareciera que esta reflexión podría proyectarse a las cosas o nuestras herramientas. La respuesta, según mi opinión, es que las cosas no dejan de ser una extensión del ser. Por tanto se requiere un alto grado de control y capacidad combinatoria para producir un mayor valor de la relación humano-tecnológica.

Pienso que La lógica de la técnica  requiere una permanente renovación y cuestionamiento, de manera de construir ciclos virtuosos y modelos de utilidad a la vida del hombre.