La Insurgencia desde la Micropolítica Julio C. Romero Orozco 1 de diciembre de 2015

La Insurgencia desde la Micropolítica

Julio C. Romero Orozco

1 de diciembre de 2015

“No quieren que bailemos. Que escuchemos música. Que nuestros besos se mezclen con las risas. Amar. Divertirnos. Gozar de la vida. Compartir cenas y almuerzos. Beber. Comer. Ocupar el espacio público. Sentirnos libres. «Los objetivos fueron cuidadosamente elegidos», afirman los terroristas. Atacaron a los símbolos, y a las personas”

Antoni Gutiérrez-Rubi

 

Ya es una realidad que las asimetrías políticas, económicas y sociales son parte del paisaje en la propuesta de convivencia global vigente. Nuestra mirada se ha acostumbrado a convivir en una red de multitudes opinantes y articulación de significados donde al final de los relatos “hay alguien que no quiere”. Asimismo, el discurso de  estados (en sus diferentes estaturas), instituciones, agencias, organismos, en su pretensión de darle un orden al mundo desde la política establecida, comprueban que ese camino choca inexorablemente con la violencia y generación de más violencia e inestabilidad.

En “Anmerkungen über Singularität und minoritäre Politik” ( algunos comentarios acerca de las políticas sobre la singularidad y las minorías, Katja Diefenbach, 1968) y en otros autores, se culpa a  a “la diferencia”, el multiculturalismo y a otros malentendidos de ser responsables del declive de la moral, la autoridad y la conciencia de clase, factores que pueden ser causales del terrorismo actual. En este contexto los procesos políticos regulares – pensando en una demasiada gobernanza-( o rebasamiento) marcan la diferencia entre individuos y grupos de manera brutal, en la cual  “la micropolitica supone una máquina de guerra, individual y colectiva, que se opone a las grandes instituciones mayoritarias y estables, incluido el estado” (Bejarano), acción que puede ser cooperativa o conflictiva.

En términos de los autores Foucault y Deleuze lo que se privilegia es el análisis de la multiplicidad y de la diferencia Por lo dicho anteriormente, “la micropolítica se constituye en una estrategia de resistencia al poder, no necesariamente pensada en términos violentos” (Bejarano). Lo local y lo cotidiano es el campo de batalla. En lo micro subyace la verdad y en donde se “reproducen” las formas  oscuras y violentas del sistema macro; una reproducción de los deseos sin control (consumo e incrustación en los medios de información masiva). Una verdadera represión, exclusión y violencia a minorías y otras culturas.

Sin embargo, las Micropolíticas cooperativas contribuyen a la innovación, progreso y recuperación histórica sin mantener una actitud conflictiva con la institucionalidad. Por ejemplo, Greenfield (1991) “examinó cómo el establecimiento de los valores comunes entre los administradores y el profesorado de una escuela elemental supuso las bases para el desarrollo de una cultura política colaborativa” (Joseph Blase).

Pues bien, después de esta presentación, concluyo que los violentos grupos insurgentes que operan en la actualidad se originan en micropolíticas resultantes de macropolíticas excluyentes y violentas y que su mitigación y neutralización debe ser inserta en una estrategia centrada y potenciada en el nivel micro y del biopoder en un sentido de estímulo del conocimiento, de los placeres de la convivencia y el bien común.

“El conflicto, desde esta racionalidad, no sólo no se niega, sino que, además, se considera inevitable e incluso positivo para estimular la creatividad del grupo: «Un grupo armonioso, tranquilo, pacífico y cooperativo (sic) tiende a volverse estático, apático e indiferente a la necesidad de cambiar e innovar. Así pues, la principal aportación del enfoque consiste en estimular a los líderes del grupo a mantener un nivel mínimo de conflicto: lo suficiente para que siga siendo viable, autocrítico y creativo» (Robbins)