GRAMSCI: LA GUERRA DE MOVIMIENTOS, LA GUERRA DE POSICIONES

 

GRAMSCI Y LA GUERRA DE MOVIMIENTO Y LA GUERRA DE POSICIONES: LA DINÁMICA DEL PODER

Mg. Julio C. Romero Orozco

29 de nov de 2019

Antonio Gramsci (1891-1937, filósofo, periodista y teórico marxista italiano), como la masa intelectual de su época, exploran los acontecimientos de su época, y el futuro queda como un imaginario posible que hoy puede ser acomodado a los conflictos actuales, tal como se observa en Chile y Colombia, donde las luchas sociales contra del poder vigente, responden a una estrategia elaborada – ya concebida por el político italiano- sostenida principalmente en el movimiento y en la posición: “llevar la guerra de la confrontación militar por el asalto al poder – guerra de Movimientos (guerra insurreccional, guerra popular prolongada, guerra de guerrillas, Teoría del foco, guerra civil irregular)- a la confrontación política por la construcción y el ejercicio de un poder legítimo al servicio del  bienestar general de la sociedad y la construcción de una nueva hegemonía –guerra de posiciones” (Medina, C, Universidad Nacional de Colombia)

El contexto del pensador y sus motivaciones se catapultan en plena revolución rusa, Primera Guerra Mundial y la Gran Depresión principalmente, en el afán del control del poder para lograr un mundo mejor. Tal vez, una época necesitada de cambios socio-políticos. Sin embargo,  "La Revolución Rusa trajo un enorme mensaje de esperanza, para arrojar luego al mundo a un profundo abismo de desesperación” (Hannah Arendt), fracaso que no queda en esa condición y olvido, sino que como contraposición tenaz a sistemas liberales de gobierno y de desarrollo actuales.

La utilidad de leer hoy al político italiano radica en la comprensión – o al menos el intento- del fenómeno  socio-político chileno, traducido en violencia generalizada y coordinada, la cual el grupo de decisión política no advierte un horizonte de salida ni una estrategia coherente (política) que despeje de manera definitiva, como factores de solución, el empleo de fuerzas militares y policiales, en circunstancias que están en juego el conflicto de la metodología de dominación y las clases dominantes, lo que si nos lleva a pensar detenidamente en la frase de Clausewitz (La Guerra como  continuación de la Política, pero con otros medios) y conjuntamente, con la inversión (Foucault) del aforismo (La Política como la continuación de la Guerra, pero de manera civilizada), lo que no hace preguntarnos: ¿Qué tan civilizada? o la ¿legitimación de una suerte de guerra permanente dirigida por actores políticos desconectados de la realidad y de escaza representatividad?

Por otra parte, Gramsci nos aclara el paso de la lucha armada a la lucha política donde es posible distinguir dos mundos o tipos de sociedad: La “oriental” donde el estado es débil y fragmentado, conflicto institucional y entre poderes,  escaso desarrollo social, el debate político y opinión pública precaria y reducida. En este escenario se da la Guerra de Movimientos (revoluciones, guerrillas, insurrección, irregular, compuesta, otras.)

“Que en Oriente cabía lo que Gramsci llama guerra de movimientos o maniobras: el ataque frontal, la insurrección contra el Estado, la lucha que podía destruir más o menos rápidamente a todo el orden social existente y reemplazarlo por otro. El asalto al poder, el "hagamos como en Rusia": un grupo, un partido que toma el poder, que asalta el Estado, que "toma el Cielo por asalto", dicho en términos más poéticos” (Campione, D, Lahaine.org)

La sociedad “Occidental” es la que prevalece un Estado fuerte y solidez de instituciones, debate político y sociedad civil desarrollada, medios de comunicación vigorosos y aparato militar  que le permite al Estado desempeñar su papel coercitivo con éxito. Aquí la confrontación se da en la modalidad de  Guerra de Posiciones: “es una guerra por la construcción de una nueva hegemonía, requiere de la participación de las más amplias masas, no es el resultado de un golpe de mano dado por el imperio de la voluntad de grupo o de partido, requiere del desarrollo de un trabajo social y político largo y difícil, de procesos de acumulación táctica y política de poder, de avances y retrocesos, de largos aprendizajes, de la construcción de nuevos lenguajes persuasivos que comprometan una revolución en el universo de la cultura política de la sociedad civil. Es una guerra que se construye en el ejercicio legitimo de los poderes locales por las comunidades en los territorios y que se articulan en propósitos de carácter y alcance más amplios en lo nacional, regional y global” (Medina, C, UNC) 

En el caso del Chile actual, es difícil encasillar la situación en uno de los tipos de sociedad, si es posible afirmar un crecimiento y empoderamientos de la sociedad civil (redes sociales y consumo), fuerte vigilancia de los Medios de Información Masiva, robusta opinión pública, grupos de interés y opinión, otras, lo que se acercaría a un tipo de Guerra de Posiciones, pero permeables a los elementos de la guerra de movimientos, lo que no se resiste a la incorporación de todo tipo de fuerzas (Guerra Compuesta) para producir la desestabilización aprovechando las debilidades institucionales y los conflictos entre los Poderes del Estado.

Ante la Guerra de Posiciones, es necesaria la construcción de una hegemonía territorial consistente (moral, económica, política, otras) que conforme a lo “civilizado” de la política (como una forma de guerra) planteado por Foucault, que indudablemente tiene la impronta de los DD.HH. pero poco de los Deberes Humanos. Asimismo, el sostenimiento y proyección de Chile descansa en la “posición” de sólidas tradiciones y airoso ante las adversidades.

“Según Nietzsche, pues, para que haya ser humano tiene que haber una memoria más fuerte que esa capacidad de olvido. No se trata, con todo, de que el hombre se vuelva incapaz de olvidar, sino de que se convierta gradualmente en un animal capaz de no querer olvidar"