EL HORIZONTE GEOSTRATÉGICO DE CHILE 

Julio C. Romero Orozco

EL HORIZONTE GEOSTRATÉGICO DE CHILE

Mg. Comunicación y Ciencia Política

Julio C. Romero Orozco

14 de septiembre de 2017

«Dadme el mapa de un país, su configuración, su clima, sus aguas, sus vientos y toda su geografía física; dadme sus producciones naturales, su flora, su zoología, etc., y yo me encargo de decir a priori cuál será el hombre de ese país y qué papel este país desempeñará en la historia, no accidental sino necesariamente, no en tal época sino en todas (...)»

Víctor Cousin, 1828

Aunque la Academia de Guerra del Ejército de Chile, haya definido a la geoestrategia, como: “el área del saber, que estudia la influencia de los factores geográficos en las decisiones relacionadas con la defensa nacional de los Estados”, me parece pertinente ensayar una mirada más amplia del concepto, puesto que la singularidad geográfica y socio-política de Chile, como por ejemplo: la diversidad climática y los amenazantes efectos de los trastornos climáticos, (ya sean  como efecto de la acción contaminante del hombre, la  dinámica de la glaciación o inter-glaciación de la tierra o la combinación de ambas situaciones), los desastres naturales, el exponencial desarrollo tecnológico y las migraciones, entre otros, reclamaría una re-escritura de la definición con el propósito de proyectar un nuevo Chile, incluyendo decisiones en pro del desarrollo, como componente fundamental de comprensión y control de la territorialidad (territorio en un concepto integral).

La complejidad de la decisión política y sus instrumentos en este contexto, no sólo se orientaría exclusivamente a la defensa (como acción), sino que en la concepción, planificación y ejecución de una tarea completa, sistémica y eficaz: para el logro de la seguridad  y el desarrollo del país (condición), sobre una sólida visión de nuestros objetivos nacionales, los cuales se han visto velados por situaciones coyunturales que dificultan una verdadera unidad nacional.

Para un estado moderno, que pretende mantener un nivel de desarrollo integral, en concordancia con las potencias mayores y mantener una relación armónica con su vecindario, es imperativo tener un pleno conocimiento de su territorialidad geográfica, tecnológica, social y política (en cuanto a su significados y redes), de manera de consolidar la institucionalidad capaz de asegurar y proyectar sus intereses, asimismo visualizar desafíos y cumplir los objetivos que la propia relación de sus componentes presenta, tanto desde la profundidad de los vacíos hasta el relato del núcleo vital, en el cual mayoritariamente se concentra la decisión.

Esta tarea le compete a la política, imbuida en una mirada amplia y con visión de futuro, especialmente nuestro país, el que tiene como vocación gran parte del océano Pacífico, el espacio aéreo, extensiones no controladas de la geografía o zonas aisladas y la Antártica y anexo a esta realidad, mitigar las amenazas de la naturaleza, administrar el flujo migratorio y procurar la integración vecinal y regional como oportunidad para dejar atrás hipótesis de conflicto y por otra parte, enfrentar las amenazas del amplio espectro del delito, ya una amenaza transversal en la región.

Por lo anterior, la condición de seguridad y desarrollo, no sólo estaría exclusivamente bajo el amparo de herramientas fuerza (poder coercitivo) sino que además, en el cálculo adecuado de medios para la consolidación de mecanismos y espacios integrados de oportunidad multisectorial, especialmente el accionar de la ciencia, la educación y la gestión económica, prevista a mediano y largo plazo, con el propósito de implementar y fortalecer polos de desarrollo y ejercer en propiedad la soberanía.

¿Los desafíos geoestratégicos del país podrían ser la base para modelar las herramientas del Poder Nacional ?

Ya observando el proceso, centrado en el Grupo de Decisión Política en el contexto del Poder Nacional, el gobierno en el Estado  “capta” la imagen (es) que proyecta el sentir de la sociedad, posteriormente “deduce” los aspectos de interés de la imagen percibida, luego, “formula” los objetivos nacionales correspondientes. Cabe preguntarse respecto a la carga ideológica del receptor (Grupo de Decisión Política)  y nitidez en cuanto a la conjugación de los verbos, asimismo, de las oportunidades, de manera de generar las políticas públicas correspondientes y concretar comprehensivamente el qué, cómo, cuándo, dónde, por qué y para qué, utilizando las herramientas necesarias que otorga el Poder Nacional. Herramientas cuya dimensión y modalidad de empleo debieran  inscribirse  sobre un principio de “visibilidad” respecto al horizonte geoestratégico, el cual para Chile, en el corto, mediano y largo plazo, se ve bastante complejo.

¿Por qué se ve complejo?

1.- La sociedad política nacional y la sociedad civil no han logrado reparar la fractura cívico-militar acaecida principalmente en la década del 70, lo que ha producido un gran desgaste de los liderazgos (formales e informales) para asentar significados de futuro, integración y desarrollo. Tal vez, al examinar la historia, nuestro país arrastra esta situación desde su fundación, al ser dibujado como interacción conflictiva entre oligarquía, militares y población (en un entorno vecinal amenazante), en la cual, la gesta militar se constituye como el relato épico del triunfo, la salvación y la gloria, como también, en las últimas décadas, connotada en el tema de los Derechos Humanos (en un entorno de pueblo esforzado y oligarquía dominante), lo que ha producido un gran desgaste institucional.

2.- Considerando lo anterior, en el “arte” de la conjugación de “captar, deducir y formular”, no sólo cobra importancia la carga ideológica y la nitidez de los actores, sino que también, la cognición y la presentación de horizontes (la noticia, el acontecimiento y el relato de los líderes de opinión) de los Medios de Información Masiva, los que por la gran carga informativa obedecen mayormente a la exposición de la problemática del núcleo central del país, el delito y el entretenimiento, más que la realidad de zonas aisladas o extremas, en la que el país tendría su futuro.

La prensa nos propone grandes espacios abiertos en la forma de “frames” o temas en la cual es difícil ver la realidad intersticial, pues el lenguaje de lo común  cierra el debate. Allí donde se juegan los aglutinantes del futuro, su construcción – y tal vez alguna pista para de-construirlo-. Allí donde habita el creador, el portador de nuevas ideas, ambos hartos del malestar común y hastiados de entenderlo bajo una misma óptica (Sería interesante listar diferentes puntos de vista del malestar).

3.- Ya es una realidad que las asimetrías políticas, económicas y sociales son parte del paisaje en la propuesta de convivencia global vigente. Nuestra mirada se ha acostumbrado a convivir en una red de multitudes opinantes y articulación de significados donde al final de los relatos “hay alguien que se opone”. Asimismo, el discurso de  estados (en sus diferentes estaturas), instituciones, agencias, organismos, en su pretensión de darle un orden al mundo desde la política establecida, comprueban que ese camino choca inexorablemente con la violencia y generación de más violencia e inestabilidad.

Tanto las fracturas sociales (inevitables), el horizonte cognitivo y las asimetrías se contraponen a la vocación nacional geoestratégica. Esto puede significar una suerte de abandono o ceguera política, frente al recurso humano y material (tan variado en Chile), que promueva el sentido de no pertenencia que impida la cohesión nacional.

“Los desafíos de esta magnitud no se pueden resolver por un mundo fragmentado en nación-estado autónoma o bloques rígidos” Henry Kissinger