DE-CONSTRUCCIÓN Y RE-FUNDACIÓN.
Julio C. Romero Orozco
17 de junio de 2015
Ahora, en el comienzo del siglo XXI, resulta bastante complejo identificar nuevas corrientes del pensamiento, en momentos que la turbulencia en el sistema mundial de estados arrecia de manera amenazante, haciéndonos recordar la violencia de las guerras mundiales y la permanente tensión de la guerra fría y conflictos posteriores.
Hay momentos de la historia que se vuelven a presentar en el hoy-supuestamente distinto y más complejo-. Un ejemplo de ello son los jóvenes de Mayo del 68 (Francia) cuando proclamaban: “Sabemos lo que no queremos, pero no sabemos lo que queremos”(Santiago Guervós, 1995), es decir, una declaración de precariedad constructiva.
Este escenario, respecto a la “differance”, enhebrando una serie de significados interesantes tales como: fragmentación, fracturación, sedimentación, dislocación o derechamente; destrucción podría apuntar a la necesidad inequívoca de re-fundar a partir de los restos y la luz de los intersticios de los componentes de la vieja estructura- que algo útil debe tener-o como dice Derridá, un síntoma de algo e “ influencia (que) en nuestro lenguaje y hábitos de pensamiento es tremendamente profunda.” y potencialmente fecunda.
Aquí nos encontramos con al menos cuatro realidades “del somos”. Digo realidades porque no puedo huir de ellas; el imperio de la palabra, aquella incapaz de atrapar la totalidad del significado (a veces ocultos), la tematización o agenda en la historia – de lo que hay que pensar y hablar- propuesta por el poder dominante y los medios, el vacío o el sentido presente entre los significados y la propia carga simbólica (personal o del imaginario colectivo) que completa tanto a la palabra como al vacío. Convengamos que las palabras (objetivamente) no tienen significado y su significado “adherido” excluye al significante.
Por lo anterior, me permito reflexionar acerca de los actos fundacionales o re-fundacionales de las sociedades o sistemas en crisis. Las realidades descritas pertenecen al contenido ineludible de la estructura, por lo que actuar “como arte de los principios” es un desafío arquitectónico del sentido que va más allá de la palabra. No es la crítica, ni el análisis, ni el método, tampoco una operación, sino que en el mismo terreno podría estar la piedra fecunda para decir “sabemos lo que queremos”.