No es fácil imprimir con la voz de la historia-visiones de tantos- el cómo se fue construyendo la nacionalidad en nuestro territorio. Suelo avieso, cargado de reputaciones, como también, admirado y de suyo, bello. Tierra que aún mantiene zonas ignoradas y fuera del alcance de todo control.
Gentes diversas de Europa, enfrentadas y asimiladas con la rebeldía y fuerza de nativos, tal vez más amantes de la tierra, pero débiles ante los embelecos del conquistador, pudieron plasmar algunos trazos europeos en la diversidad americana, especialmente en Chile, junto a bordes de ríos y costas, no ajenas a calamidades y afán de volver a construir
De estos diversos puntos de partida, sin duda que se fue configurando una suerte de argamasa de voluntad y tragedia, como también de cierto acostumbramiento a este paisaje o realidad tan particular.
No es difícil detenerse, aún en estos días, en tanta precariedad. En cómo se une una viga con otra, en las tablas, como en el lenguaje, en el decir de los líderes de opinión, primeros adoptantes, seguidores, como también, en el aglutinante de las relaciones humanas (valores, respeto, otras). Una suerte de sin razón continua que lentamente va esculpiendo nuestro ser.
Extrapolemos la precariedad y el aglutinante en la formación de instituciones y su permanencia en el tiempo. Desde la persona, la pareja, el matrimonio e instituciones permanentes. Vemos que ha sido difícil crear y permanecer en estructuras robustas y afines a ideales fundadores. El vértigo de los cambios hace que gran parte de la vida se vuelva exponencial.
Sin embargo, la constante de estos cambios - y de esta construcción- es la argamasa de las cosas, aquella que debemos cuidadosamente ir revisando, desde sus orígenes, de manera que, a través de un proceso deconstructivo, podamos emular lo favorable y desechar lo inútil.
“Jacques Derrida señala que históricamente nuestra sociedad occidental está organizada en pares opuestos, como espíritu y cuerpo, sentido y signo, lo dentro y lo fuera, lo cual es un legado de la metafísica que desde Platón se sustenta entre lo sensible y lo inteligible. Y es aquí en donde Derrida propone hacer una deconstrucción de estas oposiciones, que parecen naturales a toda reflexión filosófica.” https://hipercomunicacion.com/pubs/derrida-decons.html