A M E R E I D A : Una relación de la Poesía con la Geopolítica
Julio C. Romero Orozco
18 de mayo de 2015
Los primeros cosmógrafos y navegantes, asentados sobre la concepción plana de la tierra, sumados a las condicionantes del lenguaje binario (también condicionante del pensamiento y la percepción) orientó el esfuerzo a pensar, de manera polar, en arriba y abajo, allá y acá, ellos y nosotros y otros, tal vez, proveniente del devenir de la presencia de un Dios vigilante y castigador y de gentes y monstruos horribles habitantes en ultramar (allá). Idea que se ejemplifica, desde una visión de dominación, en De Bello Gallico (Comentario sobre la Guerra de las Galias, Julio César, 60 AC.): “todos son los belgas, porque viven muy remotos del fausto y delicadeza de nuestra provincia; y rarísima vez llegan allá los mercaderes con cosas a propósito para enflaquecer los bríos; y por estar vecinos a los germanos, que moran a la otra parte del Rin”. Significado “Provincia” vista como pre-vincere (antes de vencer) o como parte del territorio (conquistada o vencida) bajo el control de un magistrado.
No cabe duda que esta lógica se tradujo en una gráfica bi-dimensional y centrista de las cosas, especialmente del referente a Roma y su entorno civilizado cercano vencido y por vencer, como también, lo de arriba y lo de abajo y más tarde, ciertos bordes, plenos de monstruos, donde el mar definía su límite y las aguas sobrantes, se desbordaban a lo desconocido. Caigamos en la cuenta que el soberano o el emperador podría estar por sobre lo vencido y “suponer” bajo su imaginario, el control, también imaginario, de tierras y gentes ignotas, por lo que la idea de una mapa, siempre –y hasta ahora- fue concebido bajo los patrones de la cosmogonía y dominación de aquella época.
Bajo esta perspectiva, y a través de los períodos de descubrimientos y conquista, América apareció allá abajo como una posibilidad de riqueza fácil. Largas navegaciones y peripecias conformaron su figura y lo oportuno (puerto seguro) difícilmente fue posible. Fue y es una permanente travesía, como también, todavía in-conquistada. Puede ser la fuente eterna de la poeisis o la creación do movimiento del no ser al ser, en circunstancias que la propia naturaleza nos desafía con sus constantes embates.
Amereida, como una travesía, “nos adentra indistintamente en la pregunta permanente por el ser americano a partir del reconocimiento de la aparición de América vista como un hallazgo; desde el primer poema el encuentro con lo desconocido abre la posibilidad para comenzar a pensar el nuevo mundo tal un regalo, un don; su seña: la Cruz del Sur, la luz que remonta el horizonte y guía en el septentrión.(Poema Amereida, PUCV, 1967) que nos dice, de alguna manera, acerca del "El Estado como organismo viviente" ("Der Staat als Lebensform", Kjellen, 1864-1922), sus fronteras, el mar, sus espacios vacíos interiores. Características que tendrían que ser un factor esencial en las decisiones y el pueblo.
El Teniente Coronel del Ejército U.S.A. William R. Kintner (1947), que dice: “la Geopolítica como la ciencia que interpreta la historia de las naciones, explicando por qué unas se hacen fuertes y otras débiles; para hacer esto, recopila la mayor cantidad de hechos geográficos y los evalúa a la luz de la Historia. De esta manera la Geopolítica provee una clave del pasado y del presente con la cual se puede conocer el futuro”. […] “Al estadista, le da las suposiciones esenciales para la conducción de la política nacional, y al militar, le revela los propósitos de una feliz estrategia”.
Sin duda que para mirar el territorio se requiere de una feliz relación entre la política y la poesía observando sus elementos clave.